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Aula segura: eficiencia no es lo mismo que eficacia

Corría el 20 de septiembre y desde La Moneda el aire empezó a cambiar. Más allá de las lamentables -pero esperadas- cifras de muertes por fiestas patrias, el foco de atención hace días se encontraba en otro lado: el aumento de la violencia juvenil dentro de los establecimientos educacionales. 

En un rango de menos de un mes, las noticias se sirvieron de escenas que parecieron de corte cinematográfico. El incendio al Liceo Amunátegui o el ataque a carabineros en el Instituto Nacional alarmaron a la población, llevando a que más de algún adulto mayor rememorara la vieja frase “esto no pasaba en mis tiempos”.

Debido a este motivo, el Gobierno salió con su respuesta, el proyecto de Ley “Aula Segura”. La iniciativa propone que al cumplir ciertas causales (agresiones a miembros de la comunidad estudiantil o posesión de armas y/o artefactos explosivos) el director estará capacitado para expulsar al culpable del establecimiento

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A primera vista puede parecer buena idea, están dando una respuesta rápida al problema. Sin embargo, ¿es esta la solución? 

No. Esta medida no ataca ni soluciona el problema, de igual forma que un torniquete no cura una puñalada.

Una persona que llega a tales niveles de violencia posee una fuerte carga psicológica, que es necesario tratar. Esta iniciativa lo único que hace es etiquetar al agresor como “niño problema” y dejarlo de lado. Estamos hablando de jóvenes que requieren ayuda y les estamos dando la espalda. 

Por si fuera poco, Marcela Cubillos, ministra de educación, mencionó que el alumno expulsado perderá “el derecho a seguir asistiendo a un liceo de excelencia”. En el contexto de un país como Chile, donde la educación pública de calidad es escasa y aún así no se compara a la privada, ¿esto es justo?, ¿desde cuándo privar de educación de calidad cuenta como castigo?

El tema es profundo y se sienta en las bases del mismo modelo educativo, uno que avanza con unos pocos y a los “no aptos” los deja pateando piedras. Viene al caso cuestionarse una vez más qué está proponiendo la ley, ¿que si alguien no sirve se deja de lado?.

¿Nos estamos rindiendo ante la violencia?

Hace 28 años Chile ratificó la Convención de los Derechos del Niño, un tratado que guía nuestra legislación. Entre los principios se destacan dos: El interés superior del niño y la protección de este. Es decir, las autoridades y leyes de un país deben beneficiar al menor de edad, garantizando su desarrollo físico y social. ¿Esta ley lo hace?

Estamos claros, los hechos fueron graves. La discusión no es si apoyamos o no los actos delictivos de los estudiantes, la violencia no es compartida. El foco debería ser la solución y pensar: ¿es este el camino correcto?

Definitivamente no.

Antes de atacar el problema, hay que ir a las raíces. ¿Acaso nos hemos cuestionado de dónde proviene la violencia?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los patrones violentos son derivados de conductas sociales. El organismo destaca que provenir de ambientes donde la delincuencia es habitual, pertenecer a familias de ingresos bajos o vivir en un entorno donde la percepción de desigualdad social es elevada, son actores claves para el desarrollo de esta conducta. Hagamos el ejercicio de pensar en el panorama del país, ¿tiene sentido este aumento de la violencia?

Una vez que identificamos el problema, es momento recién de empezar a pensar en soluciones. Sí, son necesarias las sanciones y multas, pero también el apoyo psicológico o psiquiátrico que requiera la persona culpable. Trabajos sociales, experiencias piloto y una red de contención podrían dar ese enfoque multidimensional que el problema requiere.

 También es necesario capacitar a los miembros del establecimiento, para que puedan identificar patrones violentos y evitar que estos hechos ocurran. 

Sin embargo, aun estableciendo cada una de estas ideas, el problema seguirá persistiendo si no existen cambios sociales. Si seguimos manteniendo un país donde la justicia parece ir de la mano con el dinero, poco podemos hacer. La mejor forma de enseñar siempre ha sido con el ejemplo.

Es necesario atacar la raíz y alejarnos de medidas parches.

Es necesario que el aclamado contexto de la derecha deje de ser aplicado solo cuando hablamos de dictadura.

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