La imagen de muchachos adolescentes con la mirada absorta, haciendo volar sus pulgares a toda velocidad sobre la pantalla de su teléfono móvil se ha convertido en un retrato habitual de patios de colegio en todo el mundo.
Pero en Stroud High School, una escuela femenina en Gloucester, al oeste de Inglaterra, esa estampa pronto será muy diferente.
Las autoridades de este colegio selectivo inglés, en el que estudian cerca de 900 alumnas de 11 a 18 años, han decidido tomar cartas en un asunto que consideran preocupante restringiendo el uso del celular y las redes sociales entre sus alumnas.
A partir de septiembre, cuando las niñas regresen de su descanso estival, entrarán en vigor las nuevas normas:
- Nada de teléfonos móviles para quienes tienen entre 11 y 14 años (del curso 7 al 9) durante toda la jornada escolar.
- Los teléfonos móviles pueden usarse 1 hora durante el almuerzo para las de 14 a 16.
- Los celulares están permitidos en los últimos años opcionales de la escuela secundaria durante el día, pero no pueden usarse durante las clases.
“Los estudios de los últimos dos años sobre los efectos perjudiciales del uso excesivo de la tecnología y las redes sociales en la salud mental y el bienestar de los jóvenes es muy significativo”, afirma Cindy Pride, subdirectora de la escuela.
“Pero lo que más influyó en nuestra decisión fue nuestra propia investigación con nuestros estudiantes. Después de todo, ellas son las jóvenes que más nos preocupan”.
Según la encuesta que elaboró la escuela, el 72% de las alumnas dijo que necesita comprobar o responder a las redes sociales constantemente. Y el 49% declaró que necesitaba sentir que controla su uso.
“Si eso no es un grito de ayuda, no sé qué puede ser. Quieren tener más control, pero salta a la vista que no saben cómo hacerlo. Teníamos que intentar ayudarlas”, dice Price.
“La escuela es un lugar para aprender, divertirse, participar en una gran variedad de actividades extraescolares, hacer amistades de verdad y no perder tiempo en las redes sociales hablando a través de Snapchat o Instagram”.
Pride dice que decidieron incluir también las pulseras inteligentes y otros dispositivos wearable (que se llevan puestos) porque “es imposible decir sólo con mirarlos en cuáles de ellos pueden recibir mensajes y alertas de redes sociales”.
Una de las principales preocupaciones, además de la adicción a las plataformas sociales, es la obsesión de algunas alumnas con aplicaciones para bajar de peso contando calorías.
“Desde luego, creemos que la tecnología juega un papel fundamental en nuestra comunidad escolar, pero debemos estar seguros de que sirve para mejorar nuestras vidas”, agrega.
Ciertamente, el colegio que dirige McShane abraza la tecnología en muchos sentidos: las aulas cuentan con pizarras interactivas, hay equipos multimedia, sistemas para hacer conferencias audiovisuales e incluso un paseo virtual por las instalaciones que puede verse a través de su página web.
Sin embargo, en lo que respecta al uso de los celulares, su actitud es bastante diferente.
“Hay muchos estudios e investigaciones que muestran un vínculo entre el declive del bienestar entre los adolescentes como resultado del uso de teléfonos móviles y redes sociales”, dice McShane.
“Queremos que las más jóvenes puedan disfrutar de la escuela -por eso les prohibimos los celulares- y que las más mayores sean capaces de controlar mejor sus vidas digitales -por eso queremos que limiten su uso en el colegio”.