Una pareja que fue reportada como desaparecida hace 75 años en Suiza fue hallada finalmente en el glaciar Tsanfleuron, cerca del macizo Les Diablerets, al sur del país.
El hombre y la mujer fueron encontrados totalmente momificados en la nieve del glaciar a 2.615 m de altura informaron los medios suizos. Los cuerpos yacían perfectamente conservados, uno al lado del otro y entre sus pertenencias se encontraron sus mochilas, una botella de vino, un libro y un reloj, según lo que informó al diario Le Matin el director de la estación de esquí Glacier 3000, Bernard Tschannen.
“Se trata de un hombre y una mujer que estaban cerca de la grúa actual de la Cúpula alrededor de 70 a 80 años. Vestían ropas de antes de la segunda guerra mundial y probablemente trataban de cruzar hasta el cantón de Berna”, dice Bernhard Tschannen.
El director del Glacier 3000 añade: “Uno de mis empleados los descubrió. Pensó ver piedras, pero cuando se acercó, se sorprendió al descubrir los cuerpos momificados”.
La presencia de la botella de vino que posee la marca Sion, hace confirmar algunas de las hipótesis en torno de la proveniencia de los encontrados, suponiendo así que son de Valais.
El director cree que la pareja, probablemente cayó por una grieta y que el glaciar arrastró los cuerpos hasta donde se encontraron a causa del cambio climático que sufrimos hoy.
En torno a la investigación se hará un análisis de ADN a cargo de la policía local para determinar quiénes son, aunque se cree que los cuerpos corresponden a un zapatero (40) y una institutriz (37) que salieron a alimentar el ganado en las montañas el 15 de agosto de 1942 y que nunca más regresaron. La pareja dejó huérfanos a siete hijos, que tras la desaparición de sus padres, fueron repartidos entre diversas familias de acogida.
Monique Gautschy-Dumoulin, la hija mayor de la pareja cuenta: “Ellos habían ido a la pastura después de cantar la misa. Como yo era su primera hija, me habían confiado el cuidado de los pequeños. Dijeron que iban a devolver la misma tarde o tal vez al día siguiente porque era demasiada la distancia que caminarían por lo que estarían cansados y que talvez pasarían la noche en Mayen “.
Marceline, que tenía solo cuatro años cuando sus padres desaparecieron, relata: “Hemos pasado nuestra vida buscándolos sin descanso. No pensábamos poderles ofrecer algún día el funeral que merecían”.